Con mucha frecuencia se escucha, es “que mi hijo por todo se enoja”, “tira cosas, hace berrinches, no logro manejarlo”, “no lo puedo controlar, tira puertas, se encierra solo y no lo puedo controlar”. Este tipo de expresiones de agresividad, quizá suenen típicas para algunos padres, esto no siempre es sencillo de entender y mucho menos de manejar. Razones de la agresividad, los berrinches, gritos, ofensas verbales, pueden ser múltiples, desde consideraciones que tienen que ver con patrones hereditarios, razones de tipo orgánico (asociadas al desarrollo neurológico), factores de personalidad, temperamento y carácter, otras veces son patrones aprendidos, u malos manejos por parte de los adultos: límites mal establecidos, chineos excesivos, etc.
Voy a hacer acá una serie de consideraciones generales que permitan dar una visión básica del problema de agresividad, y algunas formas básicas de manejo.
Consideraciones generales
Primero:
Identifiquemos el problema, esto hace referencia a la frecuencia, estímulos, lugares o circunstancias en los que la conducta agresiva se presenta, con ello podemos empezar a pensar en estrategias de control, tales como anticipar los factores detonantes y poder prever, al menos en un fase inicial, un control sobre estos para evitar la repetición constante y frecuente de las rabietas, con lo que lograremos un mejor control del ambiente, además manejar los niveles de frustración que dispara el enojo, la intolerancia o las reprimendas desmedidas, factores que pueden agravar el problema.
Segundo:
Durante la rabieta. Es fundamental mantener la calma, es decir, evite levantar la vos, forcejeos, uso de controles agresivos como la faja, “chancletas”, bófetas y demás, pues esto incrementa las conductas defensivas u oposicionistas en el niño, pero además evita accidentes que pueden implicar lesiones físicas por uso desmedido de la fuerza.
Tercero:
Procure desviar la atención e ignorar la conducta, durante el berrinche el niño o el adolescente, de forma inadecuada, está haciendo dos cosas, una llamando la atención, la otra canalizando la frustración que siente al no poder obtener lo que desea, es por esto que este momento no es el momento de razonar, hablar, tratar de que el entienda, se debe esperar que el chico se calme, luego se puede reorganizar la comunicación, pero tengamos en cuenta algunas detalles para desviar la conducta:
Detalles para desviar la conducta:
- Ignore gritos y ofensas, que puedan llevarle a usted a un punto de tensión y confrontación.
- Mantenga la calma, evite alzar la vos.
- Muéstrese sereno, casi inexpresivo, que ellos no noten que le están llevando a un punto de pérdida de control.
- Trate de que el niño haga su berrinche, envíelo a una parte de la casa en la que pueda desahogarse.
- No imponga castigos en este momento.
- No use frases como: “ya cállese”, “no te soporto”, “yo soy su papá y punto” .
- Trate de mantenerse al margen durante este momento.
El principio básico es que a menor fricción con los adultos, menor probabilidad de que el problema se extienda en el tiempo.
Una vez que el chico se calma, llámelo, trate de razonar con él, más o menos como en esta línea:
• ¿Qué piensas de lo que paso?
• ¿Puedes explicarme lo qué sientes?
• ¿Crees que estas actuando de la mejor manera?
• Me gustaría que cuando te enojes, trates de no gritar.
La idea es que el chico logre entender poco a poco que está usando formas inadecuadas de comunicación, esto no suprime la necesidad de establecer consecuencias, pero se deben colocar proporcionales a lo sucedido, la edad y al nivel de comprensión del chico.
Si te interesa éste artículo puedes ver también Los hábitos empiezan desde la primera infancia.
Cuarto:
Modelos y ejemplos familiares:
El modelo familiar, es básico, muchos berrinches están relacionados con el modelo de comunicación con el hogar, a la comunicación negativa o descalificante de los padres, otras veces es producto de límites mal colocados: cambiantes, poco precisos, o muy severos, confusos, etc., por lo que se hace necesario revisar estos aspectos.
Quinto:
Si el problema es frecuente y no hay estímulos claros:
Si los padres perciben que los límites, la comunicación, el tipo de estimulación no es inadecuado, y las rabietas de los niños son cada vez mayores, frecuentes y cosntantes, es bueno hacer una revisión de la integración emocional, de la madurez psicosocial del niño, procurar investigar si el niño esta sufriendo algún tipo de abuso, si muestra una mala integración de la autoestima, o si media algún proceso de tipo orgánico, para ello es recomendable que se trabaje en conjunto con un psicólogo, neurólogo o pediatra, para abordar de forma integral el problema, proceso en el que queden interactuar de forma coordina padres de familia, docentes y especialistas.