fbpx

Yo sé lo que tengo que hacer, pero no lo hago

Yo sé lo que tengo que hacer, pero no lo hago. Al inicio de un nuevo año muchos de nosotros nos planteamos una serie de metas con respecto al crecimiento personal: dieta, ejercicio, finanzas, en fin, a veces la lista es larga.

Pero la norma, es que muchas de estas metas, quedan en el olvido. Caminar por la vida con una perspectiva como esta “yo sé lo que tengo que hacer, pero no lo hago”. No nos tiene que asustar, abrumar o agobiar pero sí es un indicador de algo que tenemos que resolver.

Pues, esto tiene mucho que ver, con nuestra disciplina, motivación, compromiso. Ahora, para que esto pueda darse, hay que revisar el cómo pensamos y el cómo nos planteamos nuestras metas.

A veces, la lista, que al final e inicio de año, se cae, o se torna como un elemento de culpabilización, que nos reprochamos mes a mes ¿cómo enfrentarlo y resolverlo? Quiero compartirte acá algunas ideas.

Te invito a revisar este tema: https://rafaelramoscr.com/desarrollo-personal/la-autoafirmacion-secreto-para-alcanzar-nuestros-suenos/

Se lo que tengo que hacer, pero no lo hago

 El autoconcepto.

Esta visión “yo sé lo que tengo que hacer, pero no lo hago”. No nos define, sí crea un eje determinante, si solo nos quedamos solo con esta visión.

Pues diseña una forma de ver el mundo e incluso, un poco más allá, impacta la forma en la que nos vemos a nosotros mismos(as).

Básicamente, es como decirnos a nosotros mismos todos los días “no lo intentés, porque vos nunca terminás nada”, “no lo hagás, si ya sabés que lo vas a dejar tirado”

Lo primero que tenemos que hacer es revisar todas estas categorías mentales, en las que creemos:

  • ¿Por qué ves el mundo de esta forma?
  • ¿Dónde nace esta visión?
  • ¿Desde dónde se alimenta?

Una visión muy rígida a nivel negativo, respecto a nuestras competencias, destrezas o habilidades. Puede ser una visión limitante, que nos aleja de nuestra capacidad de reprogramar e incorporar categorías más positivas que puedan ser una nueva fuente de motivación.

Tenemos que caminar con una visión de fe, en nuestra capacidad de formar nuestra historia en lugar de vivir bajo premisas, tales como:

  • La pereza me gana.
  • A mí me cuesta levantarme.
  • Yo no puedo ahorrar.
  • La verdad soy una persona muy golosa.
  • Yo no sirvo para el estudio.
  • La verdad es que yo soy poco creativo.

En fin, esto simplemente alimenta un autoconcepto negativo. Desde esta visión, claramente se hace muy difícil de poder desarrollar una posición firme y clara. Respecto a todo lo que deseo para mi vida, nosotros tenemos que  programarnos de otra manera.

  • ¿Vos qué concepto tenés?
  • ¿Qué cosas te decís?

Mientras tu visión sea negativa, difícilmente las cosas van a cambiar, porque dejás de desarrollar admiración de todo tu potencial.

Una visión constructiva.

Si una persona tiene un autoconcepto negativo, camina por la vida diciéndose a diario “yo sé lo qué tengo que hacer pero, no lo hago”. Es muy posible, o la consecuencia lógica sería, aunque no es una regla general, menos una afirmación universal “No lo voy a intentar” ¿para qué?

Esta forma de pensar, te puede llevar a creer que cualquier tarea, reto u objetivo es inalcanzable. Por tanto, no hay razón para hacer un esfuerzo. Siendo esto así “todo es imposible” ¿Será esto cierto? ¡Revisá tu forma de ver la vida!

Lo que te hace creer, que cualquier cosa excede tus capacidades. Se convierte en muros que no te dejan avanzar. Lo que te lleva a cerrar el marco de oportunidades. Todo lo ves como desgastante. Entonces perdemos la carrera en la línea de partida. Es abrumador vivir desde esta posición.

Este otro artículo te puede ayudar: https://rafaelramoscr.com/desarrollo-personal/como-alcanzar-metas/

Se lo que tengo que hacer, pero no lo hago

Un autoconcepto negativo.

Va a generar una visión negativa, es muy posible que en lugar de hacer un esfuerzo por comprender el reto que nos estamos planteando, nos vamos a desgastar en justificaciones que al repartírnoslas una y otra vez, nos las vamos a terminar creyendo.

La vida nos pone de frente a retos, no nos podemos especializar en el desarrollo de actitudes apáticas. Porque, vamos a vivir creyendo que no se puede hacer eso que deseamos.

Es decir, vamos perdiendo, de ahí que no hagamos un esfuerzo consciente. Empezamos a crear múltiples justificaciones y nos llega a convencer de que hemos dado lo mejor. Quizá nos lleva a pensar que lo intentamos, pero en el fondo sí lo revisas, más allá de pensarlo, no lo hiciste.

Una explicación.

Hay procesos en la vida, que ciertamente van a implicar aceptar como un hecho real, de qué algo que nos hemos propuesto no se logró. En una primera etapa, podemos analizar:

  • La estrategia que seguimos.
  • El grado de dificultad.
  • La preparación previa.
  • El compromiso asumido.

Esto podría llevarnos a buscar  curvas de mejora en todo esto, pues el tema será el cómo lo hicimos, no la tarea en sí misma.

Por otro lado, hay circunstancias en las que definitivamente nos equivocamos, o efectivamente la tarea era muy compleja y no se logró. Esto es normal, es comprensible tiene una explicación.

Pero una cosa es una explicación, otra es una justificación. Cuando somos capaces de explicar:

  • ¿Qué sucedió?
  • ¿Por qué sucedió?
  • ¿Cómo se dieron las cosas?
  • ¿Qué nos faltó?
  • ¿Qué se puede mejorar?

Todo esto nos lleva a hacer una evaluación. A partir de esta explicación objetiva, tomamos decisiones, cambiamos estrategias, replanteamos objetivos y seguimos avanzando.

Te invito a ver este video «Aprendé a escuchar tu voz interna».

 

Las justificaciones paralizan.

Hay procesos que justifican nuestra parálisis, nutren este “yo sé lo que tengo que hacer, pero no lo hago”. Nos hacen creer que definitivamente no se pudo. Porque partimos de una visión de dificultad.

Esta visión, nos lleva a una posición de pasividad, donde dejamos de lado la tarea. Simplemente porque creemos que no se puede, ahí nos inventamos miles de argumentos.

Éstos vienen a silenciar nuestra conciencia, por ejemplo:

  • La persona que dice “es que yo nunca pude con el examen de matemáticas, lo hice varias veces y no lo logré”.
  • Su conclusión “definitivamente el estudio no era para mí”.

Pero, al hablar con esta persona, podríamos darnos cuenta, que le tenía miedo a las matemáticas, las ha visto como algo que no puede resolver. Desde esta perspectiva su forma de prepararse no era la mejor. Quizá nunca realmente se preparó, matriculó los cursos, pero no hacía prácticas, ni repasaba en casa. Pero vive bajo esa premisa “las matemáticas no eran para mí”. en lugar de reconocer que en el fondo había una fuerte ausencia de disciplina.

Las justificaciones, es como tener una úlcera, no aceptar ir al gastroenterólogo y sentirnos bien porque tomamos sábila. Nos refresca la percepción de acidez en nuestro estómago, pero no nos cura, el mal seguirá ahí.

La motivación, para trazar nuestros objetivos.

A este momento quiero dejar claro que el autoconcepto es vital. Tener una visión constructiva, tomar conciencia de nuestros procesos de justificaciones. Como elementos que empiezan a distorsionar la percepción de nuestras capacidades. Nos hacen  llegar a creer que “yo sé lo que tengo que hacer, pero no lo hago” ¡Me quedo ahí paralizado!

Asociado a esto, también está este proceso psicológico en el que yo conscientemente, sé que he dejado de hacer cosas, y un día cualquiera, de un momento a otro quiero hacer un cambio.

La motivación, revisar qué nos motiva es fundamental. No te puede mover un reto, sin una visión positiva, real, objetiva.

Pero por otro lado, la motivación tiene que nacer en un plan, en una ruta. Una vez que tengo claridad del por qué realmente quiero hacer algo, hasta no desarrollar una visión constructiva y objetiva, difícilmente vamos a tener una motivación fuerte.

Tu visión.

Es un componente fundamental para romper el esquema de “yo sé lo qué tengo que hacer, pero no lo hago”. La forma en la que nosotros vamos a mirar cada acontecimiento de nuestra vida y de nuestra historia, siempre será determinante.

Esta visión constructiva, es aquella que nos ayuda a romper el esquema paralizante, ese que te decís a vos mismo “yo se lo que tengo que hacer pero, no lo hago”. Rompe con tu pasividad.

Sólo cuando somos capaces de tomar conciencia de la forma en la que percibimos nuestro mundo, es que aprendemos a confiar en nuestras capacidades o a identificar nuestras carencias para trabajar en solventarlas, con el objetivo de vivir trabajando, de forma tal que nuestros sueños y deseos se hagan realidad.

Te dejo este tema, de una página muy interesante: https://elpodiodelostriunfadores.blogspot.com/2018/04/las-excusas-no-son-tan-fuertes-como-tu.html

Dr. Rafael Ramos

www.rafaelramoscr.com.

Oficina: 2290-1383.

WhatsApp: 8881-1304.

4 Comentarios. Dejar nuevo

  • Me gusto mucho el artículo, llevo 9 meses preguntándome porque no puedo hacer lo que quiero hacer?

    Responder
    • Hola Karina, muchas gracias por leer el contenido de mi blog, por estar acá y por pertenecer a esta comunidad, me alegra mucho saber que te gustó el artículo espero que te haya ayudado a aclarar un poco las dudas que tenias que me dices en tu comentario, un fuerte abrazo saludos.

      Responder
  • Me gusto mucho el artículo

    Responder
    • Hola Karina me alegro demasiado de que te haya gustado tanto el artículo espero que le puedas sacar mucho provecho, gracias por estar acá, por leerme y por pertenecer a esra comunidad, un fuerte abrazo saludos.

      Responder

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.
Tienes que aprobar los términos para continuar

También te puede interesar

Entrada anterior
La autoafirmación. Secreto para alcanzar nuestros sueños.
Entrada siguiente
El dolor de la separación, es una oportunidad para crecer.