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Bendito sea el dolor en la vida

El dolor

El dolor puede ser una fuente de motivación

No hay historia sin dolor, no hay proceso humano que no implique a veces sentir cosas que no queremos sentir o vivir, cosas que no podemos enfrentar de forma sana. Simplemente la vida a veces da giros y nos pone frente al dolor. Esto nos provoca mil preguntas:

  • ¿Por qué a mí?
  • ¿Qué he hecho para merecer esto?
  • ¿Será el destino?
  • ¿Qué estaré pagando?
  • ¿Por qué esto me está sucediendo?

En fin, preguntas hay muchas ante situaciones dolorosas. Tristezas van y vienen en la vida, forman parte de nuestra experiencia cotidiana; pensar en una vida sin dolor es complicado, porque los mismos hechos de la vida nos ponen frente a este tipo de situaciones.

Pero ¿te has puesto a pensar qué te aporta el dolor?, ¿has pensado en cómo nutre tu forma de ser y estar en la vida? Quizá si lo pensás bien, el dolor puede aportarte muchas cosas.

Modificar el dolor


El dolor es un maestro estricto:

  • Quizá nos enseña a ver lo que es importante.
  • A veces es un curso intensivo que nos pone frente a nuestras fortalezas, incluso muchas veces no sabíamos que éramos capaces de enfrentar un dolor tan grande sino hasta que este se presenta.
  • Será aliado de la esperanza si lo enfrentamos.
  • Es una guía para el crecimiento personal y el desarrollo de la sabiduría emocional.
  • Es un mentor que nos enseña a adaptarnos, a ser flexibles, a dejar lo que no sirve y prestarle ojos a lo importante.
  • Es un consejero es duro, a veces frío, pero realista, y nos puede enfocar en nuevos objetivos.

Es cierto, lo sé, el dolor no siempre es fácil de administrar ni de abrazar, pero si dejamos de estar en conflicto con él, se puede convertir en una experiencia maravillosa; pero para esto necesitamos:

  • Pensar con madurez cada vez que el dolor se presenta, para no entrar en conflicto con los hechos, sino más bien concentrarnos en la aceptación y en el replanteamiento de la vida a partir de ese duro golpe.
  • Ponernos frente a la humildad que tiene que llevarnos a tener un corazón abierto y dispuesto a escuchar el buen consejo para seguir adelante.
  • Aprender a sentir, a llorar, a gastar las emociones y a conectarnos con toda nuestra esencia con el objetivo de ver detrás de una tristeza profunda las posibilidades de cambio que nos hagan sentirnos más plenos.

Yo sé: ni a vos ni a mí nos gusta esta palabra, “dolor”… nos aterra; pero en la vida las cosas cambian: la salud se pierde, hay accidentes, las personas toman decisiones que nos ponen frente a el dolor, a veces nos sentimos bien, con todo acomodado y algo se presenta, nuestra vida se desorganiza en todos sus extremos, una opción es encerrarse llorar y sufrir, la otra opción es entender, comprender, asimilar, aceptar para poder empezar a caminar.


Cuando abrazamos el dolor tenemos que permitirnos pensar de esta manera:

  • Bendito este problema que me hace pensar en salir adelante.
  • Bendito este dolor que me hace desprenderme de lo que no tiene sentido.
  • Bendita esta situación que me golpeó y me movió a la recuperación.
  • Bendita la crítica destructiva que movió el sano orgullo
  • Bendita la envidia que me hizo mirar hacia adentro.
  • Benditos mis vacíos que me movieron a buscar ayuda.
  • Benditos mis problemas que me fortalecieron.
  • Benditas mis angustias que me robaron la paz y me llevaron a buscar soluciones.
  • Bendita la tristeza que me hizo correr hacia la felicidad
  • Bendita la humillación que me llevó a sacar mi fortaleza interna.

Cuando dejamos de estar en conflicto con el dolor, retornamos poco a poco a la paz. Quizá haya situaciones que no se puedan resolver, entonces habrá que aceptarlas, aprender a vivir con ellas, pero en la aceptación de lo que no podemos cambiar surge la adaptación, la creatividad para modificar nuestros objetivos, nuestros caminos y nuestras metas. ¿Qué sentido tiene pegarnos en el dolor y en el pasado? Te recomiendo ver este otro artículo: Entender – Aceptar – Soltar

Esta capacidad de replantear necesita que seamos abiertos, pues ¿por qué desarrollar una visión cerrada, viendo la vida como un túnel obscuro donde no se visualiza la luz de la salida? Encerrarse siempre será un gravísimo error, porque no hay vida sin luces y sombras, la noche y el día se aprecian porque se acaban y en este balance de luz y oscuridad aprendemos a dar pasos concretos para desarrollar nuestra salud emocional.

  • ¿Qué dolores llevás por dentro?
  • ¿Cuánto tiempo llevás resistiéndote a soltarlos?
  • ¿Qué decisiones has tomado a partir del dolor?
  • ¿Haz logrado ver soluciones a partir de este proceso doloroso?
  • ¿Te has permitido ver tus fortalezas interiores para salir adelante?
  • ¿Te has dado cuenta de las personas que están ahí, dispuestas a ayudarte?
  • ¿Estás listo para abrir tu corazón y empezar a hablar de tu dolor?
  • ¿Tenés miedo de soltar el dolor?
  • ¿Tenés miedo de poder avanzar?
  • ¿Tenés miedo de seguir adelante?

Llegó el momento de que te cuestionés esto a fondo y tomés las decisiones para vivir en comprensión y aceptación, para empezar a modificar y a sustituir lo perdido por cosas nuevas, porque llorando no se recupera lo perdido y en parálisis la vida no cambia

En la vida se avanza con dolor, con miedo y con cosas tristes, pero se avanza con la mirada firme en nuestros objetivos, sin temor a encontrarnos a nosotros mismos, así como nuevas formas de ser y estar en la vida. El pasado no puede arruinar nuestro presente, te invito a escuchar este link:

 

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El reto que quiero dejarte esta semana es que cuestionés qué te ha aportado el dolor ¿Por qué? Bueno, estoy seguro de que detrás de tu dolor hay un gran aprendizaje.

Si te gustó este artículo te invito a dejarme tu comentario y, a la vez, a que lo compartás en tus redes sociales.

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