fbpx

Ya no me voy a traicionar

Ya no me voy a traicionar

La fidelidad a uno mismo no es negociable

Toda persona tiene el derecho de definir y trazar su camino; ahora, una realidad es que aunque todos queremos vivir procesos de profunda autenticidad emocional, la realidad nos dice que muchas veces estamos sujetos a diversos procesos de interacción con nuestra familia y nuestro entorno que nos llevan a asumir posiciones que traicionan nuestra forma de ser o de pensar. Esto sucede muchas veces porque:

  • Quizá en el fondo de nosotros operan procesos de culpa que no nos dejan ser libres.
  • En ocasiones hemos vivido momentos, a nivel familiar o social, que han impregnado nuestras decisiones de complacencia y condescendencia sin detenernos a pensar en cómo esto nos afecta.
  • Otras veces, cuando el entorno es conflictivo, optamos por callar para construir una pseudo sensación de paz.
  • Hay quienes utilizan la lógica de dejar pasar, creyendo que de esta forma todo se va a resolver.
  • Otros llevan su reflexión a un punto en el que minimizan sus pensamientos y sus sentimientos diciéndose a sí mismos “no es importante, no era para tanto”, cuando en el fondo quizás lo que impera es el miedo; así, evaden la confrontación.

El amor propio siempre será la base del crecimiento personal, te invito a leer este artículo: Cuando postergo mis sueños se fortalecen mis frustraciones

Lo cierto es que en mi trabajo como psicólogo he tenido la oportunidad de compartir con muchas personas que suelen afirmar cosas cómo estas:

  • Yo quisiera poder decirle a mi madre que me lastima su forma de actuar, pero no me atrevo.
  • Me encantaría poder decirle a mi padre todo lo que pienso, pero prefiero callar.
  • Siento que mis hermanos y hermanas son abusivos, pero no sé cómo ponerles límites.
  • Hay un compañero que es un vago, he tenido que asumir muchas cosas para que todo pueda funcionar. le he permitido a mi pareja que haga lo que le da la gana porque sé que es una persona de carácter difícil y no va a ceder; opto por callar porque pienso que nada va a cambiar.

En fin, expresiones como estas son muchas y, en el fondo, nos estamos traicionando; yo creo que todos nosotros tenemos que desarrollar la capacidad de enfrentar de forma asertiva, positiva y constructiva, pero con buen temple y determinación, aquellas situaciones y personas que con su actuar nos causan daño.

No me voy a traicionar

Optar por el silencio evasivo tiene como resultado un estilo de vida funcional que nos aleja del conflicto, pero en tu mundo interno, en tus momentos de soledad, en los ratos que separás para vos mismo(a) , sabés que estás incómodo(a) con esta situación.

Frente a esto, yo creo que podemos hacer mucho y quiero proponer algunas ideas:

  1. Primero, tenés que permitirte pensar si esta situación que te incomoda efectivamente es molesta; podría ser que en el fondo, tu forma de ver la vida sea muy sensible y te hayás permitido leer como molestia algo que podría ser poco importante.
  2. Segundo, es vital poderle dar el significado correcto a los acontecimientos que la vida nos pone de frente; una norma para hacer este proceso es reconocer si lo que estamos haciendo y viviendo nos roba la paz; si tenés internamente una sensación de incertidumbre y desazón, entonces el silencio no es una opción.
  3. Tercero, si en el fondo sabes que tenés un contenido válido, objetivo y sustentado en hechos, no en impresiones emocionales, ¿por qué no decirlo? Hablarlo no necesariamente significa que se va a resolver, porque no solo depende de nuestro actuar, pero al menos estaremos poniendo límites que nos ayudan a experimentar coherencia interna.
  4. Cuarto, es vital comprender que solo nos podemos preocupar por aquello que podemos controlar; de esto hablé mucho en mi primer libro Simplifícate. Creo que todo aquello que esté en nuestras manos y que pueda ser moldeado por ellas, tiene que asumirse con un compromiso personal, pues en este compromiso se fortalece la autoestima, nuestra autovalidación y se evita la autotraición.


Creo que si los seres humanos nos permitiéramos decir lo que pensamos para expresar lo que sentimos, de pronto muchas de nuestras presiones internas, ideas que nos roban la paz y sensaciones emocionales incómodas podrían diluirse creando una sensación de bienestar.

Optar por el silencio es un proceso que causa mucho dolor. Te das cuenta de este que afecta tu conducta cuando de pronto te buscás una excusa para evadir una reunión social, por ejemplo, porque hay personas con las que te cuesta compartir, pero nunca te has atrevido a hablar y la forma que asumís para resolverlo es no estar ahí. Esto es un autocastigo, ¿por qué te vas a limitar y a aislar?, ¿por qué seguir actuando de esta manera, si en el fondo sabés que no estás siendo auténtico o auténtica?

Claro, probablemente en este punto estés pensando “pero qué difícil cuando las personas son complicadas, no les gusta ceder o tienen un orgullo gigante, que les impide reconocer errores, externar una disculpa y abrirse a negociar para crecer juntos”. Sí, estoy de acuerdo con vos, pero hablar por lo menos traza un límite a los demás, haciéndoles ver que su actuar y su proceder nos lastima y nos roba la paz; quizá a partir de nuestra comunicación piensen las cosas dos veces antes de actuar.

Pero ¿qué sucede si hablamos y no hay cambios? Bueno, al menos estaremos desarrollando autorrespeto y compromiso personal, creo que esto ayuda un montón porque descompresiona el mundo interno, cargado a veces de sufrimientos.

Es importante que reconozcás que traicionarse a vos mismo simplemente te lleva a perpetuar todo aquello que no te hace bien:

  • El silencio no es constructivo; todo lo contrario, vuelve rígidas las situaciones que te causan dolor.
  • El silencio evasivo nos hace pensar en soluciones mágicas, que al abrir los ojos nutren la frustración.
  • El silencio evasivo a veces nos lleva a tratarnos mal, a pensar sobre nosotros mismos cosas horribles como “soy tonto” o “soy cobarde”, ¿para qué tratarse de esta manera?
  • El silencio evasivo solo causa una profunda decepción sobre sí mismo y esto no aporta nada.

Pero presumamos que hablás y no ocurre nada; entonces está la segunda fase del proceso: aprender a elegir, darse la oportunidad de escoger y definir con quién queremos compartir, a quién queremos en nuestra vida, quiénes van a formar parte de nuestro núcleo, a quiénes les vamos a dar un lugar en el corazón.

  • ¿Te has planteado estas preguntas?, creo que es realmente importante reconocer que tenemos el derecho de asociarnos a aquellas personas, sean familiares o no, que nos hagan bien.
  • La libertad de poder elegir es el antídoto de la autotraición y va a crear un profundo sentido de bienestar emocional cuando seamos capaces de ver la vida si miedo, tristeza ni presión.

¿Te has puesto a pensar cuáles son los efectos negativos que ha tenido el silencio a lo largo de tu vida?

  • ¿Te has puesto a pensar cuántas veces te has sentido mal por quedarte callado?
  • ¿Cuántas veces has dicho “sí, todo bien” cuando en realidad no es así?
  • ¿Cuántas veces has dicho “no pasa nada, no es importante” cuando en realidad no era así?
  • ¿Cuántas veces te has enojado con vos mismo(a) simplemente porque no tuviste el valor de hablar y expresar lo que pensabas?

Ahora, no se trata de pelearse con todo el mundo o adjudicarse el papel de mentor de todas aquellas personas complicadas que están alrededor de tu vida. Se trata de que vos pongás límites y tengás el valor de decir:

  • Esto es lo que yo quiero.
  • Esto lo que yo pienso.
  • Esto es lo que me gusta.

Toda vez que tus propuestas estén cargadas de una fuerte e importante sensación de bienestar.

Sé que este proceso no es sencillo, pues implica a veces enfrentar a personas que forman parte de nuestro círculo familiar y de nuestros entornos laboral y social, y muchas veces las emociones nos llevan a crear escenarios más complejos de lo que realmente son.

Ninguna relación puede minar nuestra esencia, te invito a escuchar este audio:

[soundcloud url=»https://api.soundcloud.com/tracks/322204014″ params=»color=ff5500&auto_play=false&hide_related=false&show_comments=true&show_user=true&show_reposts=false» width=»100%» height=»166″ iframe=»true» /]

 

Planteate el reto de hablar abiertamente, por supuesto con paciencia, prudencia, y apertura, pero teniendo algo claro:

  • No más silencios en tu vida.
  • No más “todo bien”, cuando no es así.
  • No más “tranquilo, no pasa nada” cuando en realidad si te duele.
  • No más expresiones complacientes que lo único que hacen es encerrarte en el mundo interno de tu dolor.

¿A dónde te ha llevado todo esto, a dónde te acerca, en qué posición te ha colocado? ¿No creés que llegó el momento de empezar a ser vos mismo?:

  • De tener el valor de decir “no me vuelvo a traicionar”.
  • Voy a empezar a hablar para crecer.
  • Elegir con quienes realmente quiero compartir.

Espero que esta corta reflexión té de algunas pequeñas herramientas para que empecés a trabajar en esto; no te permitás vivir en el guion de vida de otras personas, porque tu silencio siempre te va a poner frente la verdad.

Si te gustó este artículo espero que podás compartirlo y, por supuesto, déjame tus comentarios.

14 Comentarios. Dejar nuevo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.
Tienes que aprobar los términos para continuar

También te puede interesar

Entrada anterior
Si pudiera volver atrás
Entrada siguiente
No sos vos, soy yo